El concepto de stress se usa ligado a la Psicología desde comienzos del siglo 20, cuando el médico Hans Selye, al mirar a sus pacientes hospitalizados encontró que todos por igual tenían cara de enfermos y concluyó que estaban bajo stress. Parece ser que él era muy observador.
En realidad, el nombre provenía de la Física. Mucho antes, en el siglo 17, a Robert Hooke, que era un importante físico y biólogo le preocupaba cómo diseñar puentes, etc., de manera que pudieran resistir grandes cargas, terremotos y fuerzas de la naturaleza en general. La carga estaba dada por el peso ejercido, el stress era el área afectada por ella y entre ambos generaban la deformación de la estructura.
Durante la 1ª Guerra Mundial hubo gran interés en entenderlos quiebres emocionales sufridos por los soldados a consecuencia de los estréses del combate. Posteriormente, en tiempos de paz, se pudo observar que había situaciones de la vida diaria tales como el matrimonio (!), los exámenes y / o las enfermedades, por ejemplo, que producían efectos parecidos a los del combate. El modelo entonces era muy básico y simple: habría un input (como el peso o la carga en los sistemas físicos)que era el que producía el output (la deformación o el quiebre).El estímulo sería el stress y la respuesta sería algún tipo de disfunción.. Parecía entonces que el stress era como algo que sobrevenía desde afuera al pobre organismo que reaccionaba de mala manera con un inevitable quiebre emocional. No había otra alternativa que reaccionar – de acuerdo a Selye – en un proceso de 3 etapas universales e iguales para todos: primero se produciría la reacción de alarma y el cuerpo se prepararía para la lucha o la de huida. Si sobrevivía a esta fase, vendría la segunda etapa en que desplegaría todas sus posibilidades de resistencia y si ésta durara mucho, el exceso de desgaste llevaría al inevitable agotamiento típico de la tercera etapa.
Tenemos aquí ya indicios claros acerca de lo que comúnmente se cree actualmente respecto del estrés. Por un lado, que nos sobreviene desde afuera, generalmente ligado a la exigente vida en un mundo moderno. En segundo lugar, que es igual o muy parecido para todos, ya que compartimos un ambiente común lleno de demandas, presiones, deudas, etc., etc. En tercer lugar, vemos también cómo el panorama se ve muy negro dado que las condiciones ambientales son casi siempre difíciles o imposibles de modificar y el resultado posible a la vista es el agotamiento final.
En vista del negro panorama, sólo quedaba someterse pasivamente a ser medido para ver cuanto estrés uno tenía en un momento dado y ver si el nivel pronosticaba malos resultados. Si el desbordamiento se veía cercano o no aún. En 1967, Holmes y Rahe inventaron una escala de estrés precisamente para estos efectos. Aparecían allí listados una serie de posibles eventos vitales que uno pudiera haber pasado durante el último tiempo, cada uno con el puntaje de stress correspondiente. Encabezando la lista está la muerte de esposo o esposa con 100 puntos. Le sigue el divorcio con 73. Más abajo aparecen otros, tales como la detención o encarcelamiento con 63 puntos y mucho más abajo las disfunciones sexuales con sólo 39. Los problemas con el jefe asignan 23 puntos y hay muchos ítems más, que terminan en infracciones de tránsito con sólo 11 puntos. Al finalizar, se suman los puntos y se revisa en una tabla anexa las posibilidades de enfermar. Simple y complicado a la vez. Simple porque cada uno puede administrarse la prueba y ver qué puntaje alcanza y difícil porque parece que no hay nada que hacer. Claro, porque las muertes son inevitables así como los cambios de trabajo o de casa en muchas ocasiones.
Si revisamos todo esto con un ojo crítico y buscamos situaciones de la vida diaria de cada uno, podemos ver en primer lugar que la mayoría ni siquiera aparecen en las listas: problemas de deudas, hijos con mala conducta escolar, timidez frente a personas del sexo opuesto, falta de sentido en la vida, etc. La existencia de cada uno es tan distinta de la del otro que ni podemos pensar en entrar todos en el mismo saco. Si fuéramos todos tan iguales unos con otros, tendríamos todos los mismos síntomas y nos harían sufrir las mismas cosas. Pero todos hemos tenido la experiencia de que hasta nuestros gustos son tan diferentes.
En resumen, entonces, cada uno de nosotros frente a la misma situación la visualiza de manera muy diferente. Es relativo también a cada persona qué situación le produce stress y cual no. No podemos medir a todos con la misma vara ni aplicar un puntaje universal, por ejemplo, de stress. El stress es la reacción particular o los síntomas que cada uno despliega cuando una determinada situación es considerada por él como amenazante de alguna manera. Es posible que uno considere que puede quedar en vergüenza ante los demás y el otro que será rechazado por alguien que considera importante o incluso un tercero tema quedar solo para siempre. Las posibilidades son infinitas. Es decir, cada uno vive la vida de distinta manera y de acuerdo a ella se ve enredado y complicado también a su modo particular y único.
Los fármacos pueden servir, sin duda, pero sólo para combatir los síntomas físicos y que están a la vista. No nos pueden ayudar a conocer cómo fue que nos vimos envueltos en circunstancias particulares que la mayoría de las veces ni siquiera parecieron depender de nuestras decisiones. Nuestros propios razonamientos tampoco pareen servir puesto que después de pensar y repensar los problemas, muchas veces llegamos al mismo punto. Pedimos consejos también y ninguno nos satisface por completo.
Para llegar pues, a alguna solución duradera será necesario desandar el camino con la ayuda de quién nos muestre un desvío nuevo, que hasta el momento hemos pasado por alto, no hemos ni siquiera visto. Necesitamos una mirada fresca, insólita quizás, que nos permita transitar por nuevas carreteras, por rutas que aunque estuvieron allí desde el comienzo, vemos por primera vez y que sólo fueron construídas para uno de nosotros en particular. En ese momento podremos dejar atrás los síntomas que ya no nos son de ninguna utilidad.